18 de diciembre de 2013

Viaje en bicicleta a Polonia

Hamburg (Alemania) - Szczecin (Polonia)
y volver

Distancia: 765 km
Días/Noches: 10 días y 9 noches
Temperatura media: 3°C
Horas de luz: 8 (de 08:00 a 16:00)
Dormitorio: Marquesinas
Cocina: Hornillo y campingas
Bicicleta: Urbana
Equipamiento: Básico
Preparación: Ninguna
Ganas: Muchas



La meta inicial era llegar hasta Tallinn (Estonia) en bicicleta, atravesando Polonia (de Szczecin a Bialystok) en tren. Todo bien hasta Bialystok, donde empezó a nevar cubriendo las carreteras salvo las principales, las cuales era jugársela demasiado a causa de la inexistencia de arcenes y el tránsito rápido y continuado de coches y camiones. Dios sabe que lo intenté, y los camioneros que me pitaron también. Pero el objetivo del viaje no es ser atropellado, sino disfrutar de él, a pesar del frio, el mayor inconveniente de este viaje concreto. Así que aborté el plan de ir hasta Tallinn en bici. Eso no me iba a impedir llegar, no menos estando tan cerca. Opté por el autobús, visitando Vilnius (Lituania), Riga (Letonia) y por fin... Tallinn (Estonia).

Los diez días de pedaleo fueron un tanto duros. Aproximadamente recorría unos 75 kilómetros diarios. Más que nada, los que me daba tiempo antes de que empezase a anochecer y tuviese que buscar cobijo para pernoctar. Las marquesinas de autobuses me sirvieron para dormir todas las noches. En Alemania son casetas de madera o de hormigón, así que me aislaban bastante de la lluvia, del frío, de la humedad y del viento. Una de las noches tuve que abandonar mi hospedaje callejero por el ataque de unos chavales con petardos. Los primeros días me dolía la rodilla, pero no tanto como para que dejase de pedalear. El frío estuvo presente tanto por el día como por la noche, excepto al de unas horas en la bici, pues me iba calentando con el ejercicio. La lluvia apareció dos días y el viento en contra cuatro. Estuve sin ducharme durante unos cuantos días, y quizás sea la razón por la que he llegado lleno de granos.

A pesar de todo, estoy contento. Primero, por haber visto lo que he visto, vivido lo que he vivido. Segundo, porque quería ponerme a prueba, como una manera de autosuperación, y considero haberlo conseguido. Y tercero, porque cueste lo que cueste, mi sueño es viajar.

El viaje prosigue...

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